Si definimos sensualidad como “la propensión a los placeres de los sentidos” – una de sus acepciones según el diccionario de la RAE – podríamos decir sin lugar a dudas que una de las funciones del perfume a lo largo de la historia ha sido precisamente generar placer olfativo. Las notas olfativas, según los gustos particulares, pueden provocar ese gozo, placer, o esa sensación de sentirnos empoderados en diferentes ámbitos. Y según nuestras vivencias personales, un determinado olor nos puede generar una gran atracción, especialmente si lo asociamos a una persona concreta.
El contexto cultural juega un papel importante pues el perfume, como elemento creativo, responde a los valores de una época, un lugar y una sociedad concreta. No es lo mismo lo que resultaba sensual en la Europa del siglo XIX que en la Europa actual. Los cánones imperantes en cada época condicionan también los significados que se da a las notas que se usan en perfumería, que son variables y fluctuantes a lo largo del tiempo y el territorio.
Si nos remontamos a la mitología, Afrodita, diosa griega del amor, nació desnuda de la espuma con la misión de infundir el deseo en los dioses los hombres y las fieras. La leyenda dice, que de sus lágrimas vertidas por el joven Adonis surgieron las rosas. Es por ello por lo que la rosa es una flor que en culturas que beben de la griega tiene un significado ligado con el amor y la seducción, al igual que su fragancia.
El famoso kama-sutra, libro hinduísta con más de mil quinientos años de historia, en su séptimo capítulo desarrolla la importancia y los consejos sobre cómo perfumarse para las artes amatorias, una constatación de que la relación entre seducción y perfume ha existido desde hace siglos y en diferentes culturas y lugares.
La literatura es también una buena fuente para entender la relación entre ciertos olores y su poder de seducción. Por ejemplo, Baudelaire utilizaba las fragancias y los perfumes en su obra como metáforas de la seducción, considera el perfume un atributo común de la sensualidad femenina, subrayando los olores que encontraba en su piel, cabello y vestimentas. Expresa el placer a distancia que pueden provocar los olores corporales sin necesidad de contacto físico. Por ejemplo, el cabello lo describe como “mar oloroso” o “bosque aromático” y utiliza los olores animales para ensalzar su poder sensual. En un momento en el que las mujeres se perfumaban sobre todo con perfumes florales discretos, Baudelaire admiraba las fragancias opulentas que por aquella época se consideran vulgares: benjuí, almizcle, mirra, tabaco.
No obstante, y aunque no se haya podido comprobar científicamente el poder afrodisiaco de distintos ingredientes usados en perfumería como las feromonas, una muestra de notas que más frecuentemente se han asociado a la seducción y la sensualidad son: el sándalo, el ládano que se quemaba en el altar del templo de Afrodita, el jazmín, especias en general y el azafrán y la vainilla en particular. Siempre, teniendo en cuenta que estas pueden variar de cultura a cultura y de época a época, por ejemplo, en la actualidad hay una tendencia de perfumes con “notas skin” o notas piel, que también tienen una relación con la sensualidad.
La naturaleza y sus comportamientos es una importante fuente de inspiración para la perfumería. Si observamos las plantas y las flores, veremos que han desarrollado la capacidad de emitir moléculas concretas para que ciertos animales o insectos las visiten, incrementándose las probabilidades de polinización. Quizás por eso, asociamos ciertos olores con lo sensual e incluso con el sexo, porque muy frecuentemente en el mundo botánico y animal las señales olfativas sirven precisamente para reproducirse.
En general, se consideran notas sensuales aquellas que se evaporan despacio de la piel, las que tardan en aparecer y desaparecer, rodeadas de ese halo de misterio que crea su lenta evolución.
Para Nuria Cruelles, perfumista de Loewe y Académica Sillón Narciso de la Academia del Perfume, “la sensualidad para mí la expresan las notas gourmand (vainillas) y amaderadas (cedro, sándalo, vetiver…) Estas familias e ingredientes, además de sensualidad, dan calidez a las composiciones y aportan bienestar, confort y agradabilidad”.
Para Rodrigo Flores-Roux, maestro perfumista en Givaudan y Académico Sillón Incienso de la Academia del Perfume, los perfumes «de piel»(skin fragrance o parfum de peau) son perfumes sensuales/sexuales sin género, composiciones abstractas basadas en almizcles y notas ambarinas como el ambrofix, de gran remanencia tanto en piel como en textiles, perfumes que crean «auras”.