Vainilla
Dulce, envolvente y evocadora. La vainilla, además de estar en tendencia y ser protagonista de la familia gourmand, es una nota universal que gusta en todo el mundo. Su olor es cálido, dulce, especiado y reconfortante. Puede ser porque la leche materna posee un sutil matiz de vainilla y nos recuerda a ella inconscientemente.
Originaria de México, y tal y como nos relata Dominique Roques en el webinar de “El mapamundi de las esencias”, los españoles la exportan a Europa en el siglo XVI. Su demanda es tan grande que se hacen múltiples ensayos en lugares cálidos por todo el mundo, florecen, pero no generan las vainas de donde se extrae su esencia.
Es en 1840 cuando, en la Isla de Reunión, se observa que hay que poner en contacto dos partes de la flor para que fecunde, forzando la polinización. En pocos años su cultivo se multiplica y se extiende a Komodo y Madagascar, de donde hoy en día procede el 80-90% de la producción mundial de vainilla. Unas 80 mil familias las cultivan hoy en día en pequeños huertos y se ha hecho conocida mundialmente la “Vainilla de Madagascar” y su proceso manual hace que sea una materia prima muy costosa.
Un dato curioso es que el nombre “vainilla” proviene de su fruto, que se asemeja a la vaina de una espada.
¿Te gustaría descubrir más sobre este ingrediente tan versátil? Aporta dulzura y profundidad a acordes florales opulentos. Además, realza las facetas empolvadas de la rosa y armoniza con maderas, resinas y acordes de cuero o tabaco.
Por otro lado, la vainilla se fusiona perfectamente con musgo de roble y es un ingrediente esencial en acordes ambarinos, combinándose con benjuí, ládano y pachuli para lograr composiciones envolventes y sofisticadas.
Su matiz gourmand y su excelente fijación, con un olor uniforme, hacen que cada fragancia donde habita se transforme en un recuerdo inolvidable.