Con el otoño llega una de las estaciones más evocadoras, cargada de nostalgia y melancolía. Atrás quedan los días vibrantes y despreocupados del verano y, con ellos, las tardes interminables al sol y la vida en las calles. Los días comienzan a acortarse, la luz se torna más suave y las temperaturas descienden mientras las nubes, la niebla y la lluvia tiñen el paisaje con tonos de recogimiento y calma, invitándonos a refugiarnos en el calor del hogar.
Los árboles se visten con tonalidades rojizas y doradas, mientras los suelos del bosque se cubren de un manto de hojas caídas que ocultan los hongos y setas, ingredientes protagonistas en los platos otoñales. Esta estación huele a paseos entre hojas que crujen, a las primeras castañas asadas del año, a chimeneas encendidas, y a tazas de té o café caliente bajo una manta acogedora.
Otoño e invierno nos invitan a elegir fragancias que nos arropen y reconforten, perfumes que envuelven el cuerpo como un abrigo de sensaciones. Las notas cálidas cobran protagonismo y los acordes amaderados, especiados, terrosos y gourmand celebran la llegada de esta época del año. Son estaciones que nos invitan a elegir fragancias que nos envuelvan y reconforten en estos días más cortos y tranquilos.
Los perfumes cálidos celebran su llegada y proliferan las notas amaderadas, especiadas, terrosas e ingredientes como la vainilla, la canela o el haba tonka, que nos transportan al universo de los perfumes cálidos y gourmand y los acordes ambarinos, el sándalo o el pachulí se combinan para crear fragancias que abrazan como si fueran un cálido tejido.
En estos meses, “el frío nos invita no solo a abrigarnos con bufandas y jerséis, sino también con perfumes, las fragancias se vuelven más complejas, con composiciones donde destacan las maderas nobles, la mirra, el incienso y el patchouli”, destaca la Académica del Perfume Marina Barcenilla en esta píldora sobre los perfumes de otoño e invierno.
Para quienes buscan evocar paisajes otoñales, llenos de nostalgia y serenidad, son comunes las fragancias con notas de frutos secos o bosque, incluso ese famoso olor a tierra mojada, el petricor, que nos transportan a un paseo entre castaños o una tarde de invierno frente a la chimenea. Se propician aromas con toques de frutas características de esta estación, como el higo, castaña, manzana, ciruela, e incluso maderas húmedas como el musgo o el vetiver. Las fragancias se enriquecen con notas especiadas como el clavo, la nuez moscada o el cardamomo, que aportan un aire de misterio y profundidad.
Los meses fríos invitan a formatos con mayor concentración, como eau de parfum, extractos o perfumes, ideales para potenciar la duración y el impacto del aroma en los días más frescos.
Sin embargo, no hay reglas estrictas, según los gustos y afinidades personales, cualquier fragancia puede ser usada en cualquier momento del año, la amplia gama de familias olfativas del perfume permite que cada cual encuentre su perfume perfecto, acorde a sus preferencias y a las emociones que quiera despertar.
Otoño e invierno son momentos idóneos para la reinvención, para experimentar con nuevas fragancias que acompañen la introspección y el recogimiento propios de estas estaciones, invitándonos a explorar aromas que despierten nuestros sentidos y emociones más profundas.