La familia gourmand, dulce, envolvente y en ocasiones irresistible despierta los sentidos con notas que evocan postres exquisitos: vainilla, caramelo, praliné o azúcar tostado. Estas fragancias cálidas y dulces, casi “comestibles” simbólicamente, nacen gracias a los avances en la química orgánica y la tecnología del perfume a mediados del siglo XX, cuando se introdujeron nuevas materias primas imposibles de clasificar en las categorías tradicionales.

Emerge una nueva categoría en las familias olfativas: la familia gourmand, caracterizada por fórmulas con matices especiados y componentes moleculares que recrean sabores tentadores y deliciosos. Esta familia está en plena evolución y a los matices dulces y golosos se incorporan en la actualidad sabores salados, de hortalizas, frutos secos y otros alimentos gracias a las nuevas técnicas de extracción. Podría hablarse de la tendencia “neogourmand”, en la que se busca llevar al perfume olores de productos comestibles.

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