Sus flores, grandes y blancas, solo duran una noche, pero esa noche es suficiente para que murciélagos y otros polinizadores inicien el ciclo de vida de uno de los árboles más fascinantes del planeta.
El baobab no solo es vital para los ecosistemas donde habita, sino que también es parte del alma cultural de muchas ciudades y países. Ha sido fuente de inspiración de mitos, leyendas y rituales, y sigue siendo testigo silencioso de generaciones humanas y animales.