En 1872 fue descubierta por un farmacéutico la flor más grande atrapada en ámbar y que ha conseguido conservarse a la perfección a pesar de los años.
La flor mantiene todas sus partes: corola, pétalos, sépalos, estambres, pistilo… incluso polen. Precisamente, gracias al polen y con la aplicación de nuevas tecnologías, más de 100 años después de su descubrimiento, se ha conseguido descifrar la especie. Según las investigaciones, la flor pertenece a la familia de los Symplocos (Symplocaceae). ¡Este ejemplar tiene entre 34 y 38 millones de años!
Normalmente, las flores atrapadas de ámbar que se conservan son poco frecuentes y no superan los 10 mm, mientras que esta mide 28 mm de diámetro, casi tres veces más grande que la mayoría de los ejemplares conocidos.
Fotografía: Carola Radke, Museum für Naturkunde Berlin
En 1872 fue descubierta por un farmacéutico la flor más grande atrapada en ámbar y que ha conseguido conservarse a la perfección a pesar de los años.
La flor mantiene todas sus partes: corola, pétalos, sépalos, estambres, pistilo… incluso polen. Precisamente, gracias al polen y con la aplicación de nuevas tecnologías, más de 100 años después de su descubrimiento, se ha conseguido descifrar la especie. Según las investigaciones, la flor pertenece a la familia de los Symplocos (Symplocaceae). ¡Este ejemplar tiene entre 34 y 38 millones de años!
Normalmente, las flores atrapadas de ámbar que se conservan son poco frecuentes y no superan los 10 mm, mientras que esta mide 28 mm de diámetro, casi tres veces más grande que la mayoría de los ejemplares conocidos.
Fotografía: Carola Radke, Museum für Naturkunde Berlin