El pensamiento salvaje o trinitaria, según su nombre científico Viola x wittrockiana, es una planta híbrida bianual derivada de la Viola tricolor que hace siglos se conocía como la flor de los amantes y enamorados. ¿Será por la forma de corazón de sus flores?

También se la relaciona con la Trinidad por los tres colores que predominan en su flor: violeta, amarillo y blanco.

William Shakespeare hablaba de esta flor, inmortalizando su belleza, en dos de sus obras más exitosas: Hamlet y El sueño de una noche de verano.

Pensamiento salvaje: la flor con forma de corazón

El pensamiento salvaje o trinitaria, según su nombre científico Viola x wittrockiana, es una planta híbrida bianual derivada de la Viola tricolor que hace siglos se conocía como la flor de los amantes y enamorados. ¿Será por la forma de corazón de sus flores? 

También se la relaciona con la Trinidad por los tres colores que predominan en su flor: violeta, amarillo y blanco.

William Shakespeare hablaba de esta flor, inmortalizando su belleza, en dos de sus obras más exitosas: Hamlet y El sueño de una noche de verano.

El pensamiento salvaje o trinitaria, según su nombre científico Viola x wittrockiana, es una planta híbrida bianual derivada de la Viola tricolor que hace siglos se conocía como la flor de los amantes y enamorados. ¿Será por la forma de corazón de sus flores? 

También se la relaciona con la Trinidad por los tres colores que predominan en su flor: violeta, amarillo y blanco.

William Shakespeare hablaba de esta flor, inmortalizando su belleza, en dos de sus obras más exitosas: Hamlet y El sueño de una noche de verano.

El pensamiento salvaje o trinitaria, según su nombre científico Viola x wittrockiana, es una planta híbrida bianual derivada de la Viola tricolor que hace siglos se conocía como la flor de los amantes y enamorados. ¿Será por la forma de corazón de sus flores? 

También se la relaciona con la Trinidad por los tres colores que predominan en su flor: violeta, amarillo y blanco.

William Shakespeare hablaba de esta flor, inmortalizando su belleza, en dos de sus obras más exitosas: Hamlet y El sueño de una noche de verano.