La mona de Pascua es uno de los postres típicos que ponen fin a la Cuaresma. Con el paso de los años, ha ido evolucionado y cada vez se pueden encontrar versiones más espectaculares. La receta tradicional consiste en un brioche de forma redondeada, de una masa similar al roscón, y coronada con huevos cocidos o de chocolate.
Las primeras monas se remontan al siglo XIV sobre todo en Cataluña, Murcia y Valencia y en la actualidad es muy típica en Cataluña, Aragón y Castilla-La Mancha.
Tradicionalmente, los padrinos o los abuelos regalaban a ahijados o nietos este postre después de la misa de domingo, con el mismo número de huevos que sus edades, siendo el máximo 12 años.
Se dice que su nombre proviene de la palabra árabe “munna” o “mouna”, que significa “provisión de la boca”, regalo de comida que los musulmanes hacían a sus señores. Otros lo atribuyen a “munus” que significa regalo en griego. La RAE recoge el término “mona” por primera vez en 1783.
Su olor dulce nos recuerda a las notas golosas de los perfumes de la familia gourmand, con matices envolvente “casi comestibles”.