La rosa ha sido durante siglos y es hoy en día un ingrediente muy valorado y apreciado en perfumería, considerado un clásico atemporal, de completa actualidad hoy en día. En estos días de comienzo de la primavera queremos rendir homenaje a la “Reina de las Flores”, fuente inagotable de creatividad para los perfumistas, dedicando la temática de esta semana a la rosa, eternamente cautivadora.
Para conocer más sobre la rosa en perfumería, Gregorio Sola, Académico de Número, Sillón Sándalo y Perfumista de Puig, nos ha dedicado un artículo en el que descubre interesantes curiosidades y anécdotas de esta bella y aromática flor que no solo ha conseguido cautivar a perfumistas sino a tantas y tantas personas para quienes la rosa está asociada a preciosos recuerdos, ya sea de su infancia o de fechas señaladas en forma de bouquet.
La rosa es considerada en perfumería “la Reina de las Flores” por su color, su forma, su olor…. Exquisita y especial como un diamante lleno de facetas, en las que cada de ellas una brilla de una forma particular, facetas que nos aportan frescor, luminosidad, feminidad y, al mismo tiempo, calidez, sensualidad, misterio… La riqueza olfativa de la rosa es increíble y su capacidad de combinación con todas las familias olfativas la convierte en única.
Dentro de todas las miles variedades de rosas que existen en el mundo, en perfumería se utilizan principalmente dos: la Rosa Damascena (Rosa damascena var.trigintipetala) y la Rosa de Mayo o Centifolia (Rosa centifolia).
El cultivo de la Rosa Damascena es originario de Persia. En el siglo XVII se estableció en la Otomana Bulgaria para luego pasar en el siglo XIX a Turquía. Actualmente podemos encontrar campos de estas rosas dedicadas a la perfumería en Bulgaria, Turquía, Marruecos e India, siendo las de Bulgaria y Turquía las más utilizadas.
La Rosa de Mayo o Centifolia tiene una producción más pequeña y se cultiva principalmente en el sur de Francia y en Túnez, aunque también se puede encontrar en Marruecos y en India. Se cosecha a mano, entre los meses de mayo y junio, al amanecer, ya que es el momento en el que contiene más esencia, antes de evaporarse por el calor de los rayos de sol. Un recolector entrenado recoge unos 5 kilogramos de rosas a la hora. Se necesitan entre 4.000 y 5.000 kilogramos de flores, recogidas a mano, para producir un kilogramo de esencia, de ahí que su precio sea muy elevado, más de 6.000 € el kg.
El aceite esencial se puede obtener tanto por destilación para tener la esencia, como por extracción con solventes volátiles para obtener el absoluto. Para conseguir el “aceite esencial” de rosa damascena, también conocido como “rosa otto”, se necesitan muchas más rosas y se hace a través de un proceso muy complejo, lo que provoca que su precio sea más alto que el del “absoluto”, que tiene un rendimiento mucho mayor y es mucho más barato.
Las nuevas tecnologías también se han incorporado a la obtención de su perfume, llegando a enviar rosas al espacio en la nave Discovery para estudiar si el olor que exhalan dependía del ritmo circadiano de la misma y analizar la composición de su olor en condiciones de gravedad cero. Y sí, es diferente.
Cuando un perfumista utiliza la rosa en un perfume, por muy pequeña que sea la cantidad, el resultado es una explosión olfativa. La rosa realza las diferentes facetas de la composición. Es un valor seguro, que aporta calidad, volumen y difusión. La rosa puede ser un perfume en sí mismo, siendo un Soliflore, o puede combinarse prácticamente con todas las familias olfativas, Cítrica, Fougère, Floral, Madera, Especiada, Chipre, Oriental…
Se utiliza principalmente en perfumes femeninos, aunque también se puede incorporar en perfumes masculinos, como en One Million, que siendo un perfume muy masculino incorpora un poco de rosa en su composición.
Cómo le decía Julieta a Romeo: “Acaso no eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco que llevas. ¿Y qué quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo ni rostro ni fragmento de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, tampoco dejaría de esparcir su aroma, aunque se llamara de otra manera. Asimismo, mi adorado Romeo, pese a que tuviera otro nombre, conservaría todas las buenas cualidades de su alma, que no las tiene por herencia. Deja tu nombre, Romeo, y a cambio de tu nombre que no es cosa esencial, toma toda mi alma”.
La rosa es tan especial que ni aunque le cambiásemos el nombre nos perderíamos su mágico perfume.
Gracias, querido Gregorio, por adentrarnos en el aromático y misterioso mundo sensorial de la “la Reina de las Flores”, la rosa.
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