En el hipocampo recordamos historias, sabores, sonidos y, por supuesto, olores, haciéndonos viajar en el tiempo de forma instantánea, lo que se conoce como “recuerdo proustiano”. La exposición a un estímulo desencadena involuntariamente un recuerdo escondido en nuestra memoria olfativa.
Proust era un novelista francés conocido por su obra «En busca del tiempo perdido», a la que le dedicó prácticamente casi toda su vida. Precisamente en uno de los libros que componen esta controvertida obra literaria, el protagonista viaja por su pasado, evocando de forma inconsciente algunos de sus recuerdos más preciados.
Para Proust, era la magdalena mojada en té lo que evocaba a su tía. Es asombrosa la asociación: la cuestión está en las emociones en torno al “momento magdalena” que su olor evoca. Más que recordar olores, recordamos momentos.