La huella dactilar no es la única que nos identifica. Un equipo del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel ha demostrado que la huella olfativa es un claro espejo de nuestro genoma olfativo, siendo nuestra forma de oler una señal más de identidad.

Según el estudio, en cada nariz se encuentran seis millones de receptores olfativos de cuatro tipos diferentes, distribuidos de forma variable. Esto hace imposible que, en términos olfativos, existan dos personas idénticas.

Los investigadores tuvieron en cuenta a casi 100 voluntarios, que tenían que evaluar 28 olores distintos. Una vez tuvieron disponibles sus valoraciones y, por tanto, los resultados, elaboraron una fórmula matemática para determinar cómo de similares son las percepciones de un olor en particular entre dos personas.

El resultado obtenido fue una huella olfativa que permite distinguir a dos millones de personas. De hecho, aseguran que usando 34 olores en lugar de 28 podrían obtener la información suficiente como para reconocer a más de 7.000 millones de personas.