El Kodo, el camino del incienso o el arte de oler incienso, junto con la ceremonia del té (Chado) y el arreglo de flores (Ikebana), forma parte del trío de artes clásicas del refinamiento japonés, un entrenamiento para agudizar los sentidos y mejorar el estado de bienestar. Esta práctica surge con la aristocracia japonesa, cuyos miembros se reunían para poner en práctica este curioso ritual aromático que busca adivinar los tipos de maderas aromáticas que se tienen delante.
Un original ejercicio olfativo que busca evocar momentos felices y purificar el alma no solo a través del olfato, sino también a través del corazón y espíritu.
El Kodo, el camino del incienso o el arte de oler incienso, junto con la ceremonia del té (Chado) y el arreglo de flores (Ikebana), forma parte del trío de artes clásicas del refinamiento japonés, un entrenamiento para agudizar los sentidos y mejorar el estado de bienestar. Esta práctica surge con la aristocracia japonesa, cuyos miembros se reunían para poner en práctica este curioso ritual aromático que busca adivinar los tipos de maderas aromáticas que se tienen delante.
Un original ejercicio olfativo que busca evocar momentos felices y purificar el alma no solo a través del olfato, sino también a través del corazón y espíritu.
El Kodo, el camino del incienso o el arte de oler incienso, junto con la ceremonia del té (Chado) y el arreglo de flores (Ikebana), forma parte del trío de artes clásicas del refinamiento japonés, un entrenamiento para agudizar los sentidos y mejorar el estado de bienestar. Esta práctica surge con la aristocracia japonesa, cuyos miembros se reunían para poner en práctica este curioso ritual aromático que busca adivinar los tipos de maderas aromáticas que se tienen delante.
Un original ejercicio olfativo que busca evocar momentos felices y purificar el alma no solo a través del olfato, sino también a través del corazón y espíritu.