El verano tiene un olor especial y diferente gracias a las cremas solares que nos teletransportan a la playa, arena y sol y todo esto es gracias al aceite de Monoï. Este rico ungüento forma parte de la herencia cultural de varias islas de la Polinesia y su uso está documentado en Occidente desde las expediciones de James Cook en el XVIII. La revista S Moda ha publicado un artículo de Patricia Rodríguez sobre la historia de este olor en las cremas solares, con la colaboración de nuestro Académico Agustí Vidal para explicar como se recrea el olor del monoï.
“Añadirle fragancia a un cosmético no es como ponerle un perfume”, explica Agustí Vidal, Académico del Perfume y perfumista de Symrise. Hoy, el aceite de monoï se emplea para nutrir piel o cabello, pero para añadir la idea de su fragancia a un filtro solar, se imita. “Olfativamente, traducimos el olor del tiaré con ylang-ylang, la flor protagonista de esta nota solar que suele tener también coco y salicilatos”. Aunque el coco tampoco está presente: “Se recrea con moléculas porque, como fruta de base acuosa, su fragancia aún no se puede extraer”.
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