Los aldehídos provocaron una revolución a principios del siglo XX en la perfumería moderna aportando efervescencia y chispa a los perfumes. Están presentes en materias primas de origen natural como la rosa, la citronela, la corteza de canela o la cáscara de naranja, pero también los encontramos en forma de moléculas de síntesis.

El perfume Chanel Nº5 los popularizó y los elevó como imprescindibles de la perfumería moderna. Una anécdota cuenta que su creador, Ernest Beaux, incorporó accidentalmente una sobredosis de aldehídos a una de las muestras de perfume que estaba creando para Mademoiselle Coco Chanel y de este “accidente” nació el famoso perfume. ¿Ficción o realidad?

El accidente de los aldehídos

Los aldehídos provocaron una revolución a principios del siglo XX en la perfumería moderna aportando efervescencia y chispa a los perfumes. Están presentes en materias primas de origen natural como la rosa, la citronela, la corteza de canela o la cáscara de naranja, pero también los encontramos en forma de moléculas de síntesis.

El perfume Chanel Nº5 los popularizó y los elevó como imprescindibles de la perfumería moderna. Una anécdota cuenta que su creador, Ernest Beaux, incorporó accidentalmente una sobredosis de aldehídos a una de las muestras de perfume que estaba creando para Mademoiselle Coco Chanel y de este “accidente” nació el famoso perfume. ¿Ficción o realidad?

Los aldehídos provocaron una revolución a principios del siglo XX en la perfumería moderna aportando efervescencia y chispa a los perfumes. Están presentes en materias primas de origen natural como la rosa, la citronela, la corteza de canela o la cáscara de naranja, pero también los encontramos en forma de moléculas de síntesis.

El perfume Chanel Nº5 los popularizó y los elevó como imprescindibles de la perfumería moderna. Una anécdota cuenta que su creador, Ernest Beaux, incorporó accidentalmente una sobredosis de aldehídos a una de las muestras de perfume que estaba creando para Mademoiselle Coco Chanel y de este “accidente” nació el famoso perfume. ¿Ficción o realidad?