Antes de oler el propio perfume, el cliente toma contacto con el packaging. Tanto el estuche exterior como el frasco son la puerta de entrada que ayuda a decidir en el proceso de elección. Se trata de un elemento de comunicación que ayuda a transmitir la personalidad del perfume, aunque “si detrás del frasco no hay nada más, no sirve” comenta Pere Albert.
También es cierto que a veces un perfume con frasco propio ha funcionado y es común en algunos casos, como en la perfumería nicho, que nos encontremos con los dos extremos, desde frascos tremendamente trabajados, auténticas obras de arte personalizadas para cada creación olfativa, a casos en los que el envase es minimalista y se deja todo el protagonismo a la parte olfativa. Pere Albert comenta que incluso en esos casos de frascos más estándar, “hay elementos decorativos que marcan una gran diferencia, stampings, etiquetas mate, detalles en oro… hay un boom de la decoración y se puede hacer casi de todo”
El consumidor no suele ser consciente de todo el trabajo y detalles que hay tras un frasco para que sea el envase perfecto de cada creación: la junta, el tacto, la calidad del vidrio, las burbujas… “La marca es mucho más exigente en todos los detalles y la excelencia de calidad que el consumidor final y nosotros seguimos el estándar de exigencia más alto”, declara Albert.
Refiere también que el proceso hoy día sigue manteniendo un alto componente artesanal en el que la parte humana influye en el resultado final “a veces se puede percibir en los frascos la situación personal del artesano”.
Val Díez expresó que el nivel de autoexigencia de los profesionales del perfume es alto. “Cuando se hace bien es porque uno lo quiere hacer así, aunque vaya más allá más de lo que el consumidor vaya a percibir”.
La perfumista Anna Torrents abrió el debate sobre el impacto del “outer pack” vs. el frasco: el estuche exterior es lo primero que se ve, pero “la botella es lo que te acabas quedando”, el estuche lo protege y puede aportar una visibilidad importante en el lineal, creando un espacio identificativo de la marca.
Podría considerarse que el perfume es la joya y el envase es el joyero, que tiene que estar a la altura. En cualquier caso, la importancia dedicada hoy en día al envase como herramienta de comunicación es indudable y ha creado tendencia según la cual los envases son mucho más que un frasco. Hoy en día encontramos un abanico de propuestas: un zapato, un bolso, una barra de labios, un lingote, una coctelera, una copa… son mucho más de lo que hace pocos años uno podría imaginar que vería en los lineales de la perfumería.