La semana pasada compartimos una jornada en Madrid con el gran nariz Alberto Morillas, nombrado “Hombre del Año” #HombreEsquire por ser “uno de los mejores perfumistas de todos los tiempos”.
Para la Academia del Perfume es una gran satisfacción ver reconocidos el talento y la trayectoria profesional de nuestro Académico de Número y aplaudimos la iniciativa de Esquire de situar el arte del perfume al lado de galardones de otras grandes categorías artísticas y culturales como el cine, la música, el deporte, la moda, la gastronomía o el compromiso social y medioambiental.
Directores de cine, futbolistas, actores, cantantes, presentadores, diseñadores, chefs y empresarios, entre otros, subieron al escenario a recibir su premio “Hombre del Año” en una gran fiesta que reunió a 600 invitados en el Teatro Kapital de Madrid el pasado 10 de octubre.
La energía y vitalidad de Alberto Morillas son contagiosas y basta un rato para comprender que, además de su simpatía natural, este sevillano de nacimiento afincado en Suiza tiene un talento realmente extraordinario que lo ha llevado a estar en el top de los grandes maestros perfumistas del mundo.
Su apertura y espontaneidad nos regaló múltiples anécdotas sobre los procesos de algunas de sus creaciones. No solo es muy prolífico, habiendo participado en más de 700 fragancias en los 40 años que lleva trabajando para la casa Firmenich, sino que además tiene un olfato especial para convertir en fragancias icónicas y best sellers muchas de ellas, como las míticas CK One, Carolina Herrera 212, Kenzo Flower, Pleasures, Gucci Bloom y un largo etcétera.
Nos quedó claro el valor que da a la perfumería molecular, sin la cual no hubieran sido posibles creaciones como Acqua di Gio, que incorpora la molécula calone para transmitir el olor a agua del mar.
Hablamos de innovación en el perfume y Morillas aboga en muchas de sus obras por innovación en el método de extracción. En una reciente creación, se le ocurrió incorporar el jazmín sambac en dos momentos diferentes: en estado cerrado, recolectado a primera hora de la mañana, y con la flor completamente abierta, consiguiendo una mezcla muy especial. Recordamos que él ocupa el “sillón Jazmín” de la Academia del Perfume, uno de sus ingredientes favoritos.
Nos confesó su segunda gran afición, los jardines, y cómo en su jardín actual, lleno de profundidades con un misterio en cada rincón, no falta una fuente con su chorrito, rememorando su infancia en Andalucía.
Terminamos la jornada con una cena en Casa Lucio en torno a unos tradicionales huevos estrellados y una interesantísima tertulia en la que no bajó ni un segundo la intensidad de su sonrisa y del brillo de sus ojos. Su entusiasmo y vitalidad nos cautivaron una vez más.
Es todo un honor que Alberto Morillas forme parte de nuestro grupo de Académicos y que sea un estandarte de nuestra cultura del perfume en el mundo.
Gracias, Maestro, y enhorabuena por el premio.